Durante su intervención reciente, el presidente Gustavo Petro lanzó fuertes críticas contra el sistema de inversión pública del Estado colombiano, asegurando que el dinero de los impuestos termina beneficiando a las regiones más ricas del país, mientras se abandonan las zonas más necesitadas.
“Todo va para Bogotá, todo va para Medellín, y donde están las hojas de coca no reciben la carretera”, denunció el mandatario, al referirse al desbalance en la ejecución de obras en zonas históricamente marginadas como el Chocó.
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Como ejemplo, mencionó la carretera Quibdó–Medellín, que tiene un valor estimado de $180.000 millones, pero para la vigencia presupuestal del próximo año solo se asignaron $5.000 millones. “¿Qué irracionalidad es esta?”, preguntó Petro, tras advertir que, a ese ritmo, la obra tomaría más de 20 años en completarse.
“Esa obra no es para Quibdó. Es un mensaje fatal del gobierno, porque así le está diciendo a unas regiones: ustedes sí logran desarrollo, pero estas otras no”, sentenció el presidente, advirtiendo que esa brecha genera malestar y profundiza las desigualdades estructurales.
Con estas declaraciones, Petro busca poner sobre la mesa un debate nacional sobre la inversión pública y su redistribución, en especial hacia territorios históricamente olvidados, donde la transformación social —como en las zonas cocaleras— depende de infraestructura y presencia estatal real.