Lo que comenzó como una investigación disciplinaria por unas declaraciones en prensa se transformó en una guerra abierta y total entre el ministro de Justicia, Eduardo Montealegre, y el procurador general de la Nación, Gregorio Eljach, un enfrentamiento que ha escalado hasta los estrados judiciales con denuncias penales cruzadas, señalamientos de alianzas con “el abogado de la mafia”, peticiones para investigar el patrimonio del jefe del Ministerio Público y la intervención de congresistas, agudizando la ya tensa relación entre el Gobierno de Gustavo Petro y los organismos de control.
El conflicto se originó el pasado 7 de octubre, cuando la Procuraduría abrió una investigación disciplinaria formal contra Montealegre por presunta participación indebida en política. El detonante fue una entrevista que el ministro concedió a la revista Semana tres días antes, en la que calificó de «caricaturesca» y «cantinflesca» la aspiración presidencial del abogado Abelardo de la Espriella, a quien señaló de ser un «abogado de la mafia» sin «formación intelectual y ética» para gobernar.
La decisión del ente de control se fundamentó en una queja del abogado Germán Calderón España, representante de la campaña de De la Espriella, y en la posible vulneración de una directiva que prohíbe a los funcionarios influir en debates electorales.
La contraofensiva del ministro
La respuesta de Montealegre fue inmediata y contundente. Anunció que interpondría una denuncia penal contra el procurador Eljach por el presunto delito de prevaricato, al considerar que este se extralimitó en sus funciones. El ministro acusó a Eljach de conformar una «tenaza» junto a De la Espriella con el único objetivo de «amordazarlo» y silenciarlo.
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Para sustentar su acusación, Montealegre desempolvó un episodio del pasado. Recordó que, durante su periodo como fiscal general de la Nación, él mismo investigó a Eljach por un presunto acto de corrupción. Según el ministro, cuando el procurador se desempeñaba como secretario del Senado, intentó hacer «lobby» en el Congreso para favorecer al entonces magistrado de la Corte Constitucional, Jorge Pretelt, quien finalmente fue condenado por corrupción en un caso que deslegitimó al alto tribunal.
«Gregorio Eljach hizo lobby a favor de Jorge Pretelt, un corrupto«, afirmó Montealegre, argumentando que por ese antecedente, Eljach «no tiene ninguna autoridad ética» para investigarlo y debió declararse impedido. «En su momento fui su juez», sentenció el ministro, quien además recusó formalmente al procurador para apartarlo del proceso disciplinario.
La ofensiva del ministro no se detuvo ahí. Llevó el enfrentamiento a un nuevo nivel al solicitar formalmente a la Fiscalía General de la Nación que investigue el patrimonio de Gregorio Eljach para determinar si ha incurrido en enriquecimiento ilícito o si ha recibido «beneficios económicos» de Abelardo de la Espriella.
Montealegre expuso su teoría sobre la existencia de una “troika” que, según él, está detrás de la investigación en su contra: el exmagistrado Jorge Pretelt, el abogado Abelardo de la Espriella y el expresidente Álvaro Uribe Vélez.
Argumentó que existe un «patrón común de actuaciones» de Eljach para favorecer a estas tres figuras, recordando que el procurador también pidió la absolución de Uribe en el proceso por presunta manipulación de testigos, caso en el cual Montealegre está acreditado como víctima.
«Veo que si uno utiliza los criterios y patrones de impunidad que han caracterizado a este país, encuentra una relación muy estrecha entre poder judicial, órganos de control, políticos y abogados», explicó el ministro.
La advertencia de Eljach y el respaldo político
Ante la avalancha de señalamientos, la reacción del procurador Eljach fue escueta pero cargada de misterio. Se limitó a decir que no acostumbra a dar pronunciamientos sobre temas de su competencia, pero de inmediato añadió una frase que dejó abierta la puerta a futuras revelaciones: “En su momento, Colombia sabrá lo que hay detrás de esto”.
Mientras tanto, el jefe del Ministerio Público recibió un espaldarazo político. Un nutrido grupo de congresistas, entre ellos el presidente del Senado, Lidio García, firmó una constancia para rechazar de manera categórica las que calificaron como «afirmaciones calumniosas e injuriosas» del ministro de Justicia.
Los senadores afirmaron que los pronunciamientos de Montealegre «lesionan la honra y el buen nombre» de Eljach y constituyen «un agravio a la institucionalidad».
La respuesta del ministro a este respaldo fue igualmente desafiante: «Ellos eligieron a Eljach (…), Dios los cría y ellos se juntan», dijo en una entrevista radial, en la que además vaticinó: «Creo que se va primero el procurador general de su cargo, que yo como ministro de Justicia, porque soy un hombre transparente y no tengo rabo de paja».
Un historial de enfrentamientos
Este no es el primer choque público del ministro de Justicia. A principios de octubre, sostuvo un agrio enfrentamiento verbal con su colega del Interior, Armando Benedetti, en el chat del gabinete. Montealegre lo llamó «fantoche», «arrogante» y «corrupto», en una disputa que requirió la intervención del presidente Gustavo Petro para pactar una «tregua bilateral» que culminó con un café de reconciliación.
Asimismo, a finales de septiembre, Montealegre arremetió contra el presidente de la Corte Constitucional, Jorge Enrique Ibáñez, a quien tildó de «politiquero» por sus posturas frente a la reforma pensional, y lo conminó a renunciar a su cargo si deseaba convertirse en líder de la oposición.
De Colprensa