En una entrevista con Nación Costeña, Héctor Javier Galindo, representante de la Mesa Nacional de Tenderos y Comerciantes, destacó el papel fundamental de las microempresas en la economía colombiana. Según Galindo, estos pequeños negocios, que muchos subestiman, son verdaderos gigantes que sostienen a millones de familias con esfuerzo y sin acceso a recursos suficientes.
El desafío de emprender sin apoyo financiero
«Hacer negocios con capital es fácil, pero sin dinero es una lucha constante», afirmó Galindo. En Colombia, más de cinco millones de familias dependen del trabajo por cuenta propia, pero enfrentan barreras significativas, como el acceso limitado a créditos y la falta de educación financiera. A pesar de su impacto en la economía, el sistema financiero no les ofrece las mismas oportunidades que a las grandes empresas.
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El representante de los tenderos enfatizó que la economía popular sigue siendo la base del país, aunque las políticas públicas y el sistema bancario priorizan a las medianas y grandes empresas. «No importa cómo nos llamen: economía popular o informal. Lo cierto es que existimos, seguimos creciendo y sostenemos a miles de comunidades», aseguró.
La competencia desigual con grandes superficies y tiendas de descuento
Uno de los mayores desafíos que enfrentan los pequeños comerciantes es la expansión de las tiendas de descuento. Aunque antes se creía que solo las grandes superficies afectaban a los tenderos, ahora estas cadenas compiten directamente con los negocios de barrio, desplazándolos en muchas zonas residenciales.
Sin embargo, Galindo resaltó que las tiendas de barrio siguen siendo el principal canal de distribución para muchas empresas. «No es lo mismo negociar con un tendero que paga de contado y cumple con sus pagos, que con una gran empresa que exige condiciones de pago a largo plazo», explicó.
Además, hizo un llamado a los consumidores para que reflexionen sobre el impacto de sus compras. «Cuando compras en una gran superficie, ayudas a que el gerente de esa empresa compre su próximo avión. Pero cuando compras en la tienda de barrio, ayudas a que una familia pague el arriendo o la educación de sus hijos», sentenció.
Galindo también mencionó la necesidad de trabajar unidos para fortalecer el sector. «Antes estábamos desunidos, cada uno en su mundo. Ahora estamos aprendiendo a trabajar juntos y eso nos da fuerza», aseguró. A pesar de las diferencias entre el gobierno y el Congreso, los pequeños comerciantes buscan generar cambios reales que beneficien al sector.
Sobre la formalización, aclaró que no se trata solo de imponer normas, sino de facilitar herramientas para que los pequeños comerciantes accedan a créditos y oportunidades de crecimiento. «Si las entidades financieras comprendieran mejor cómo operamos, podrían ofrecer créditos adaptados a nuestra realidad, y eso haría la diferencia», concluyó.
Las microempresas en Colombia son más que negocios pequeños: son el motor silencioso de la economía. Mientras no reciban el apoyo necesario, seguirán luchando con las uñas para sostener a millones de familias y comunidades en todo el país.