La imprudencia cobró tres vidas en menos de una semana en las playas del Atlántico. El domingo 24 de noviembre, dos tragedias consecutivas en Puerto Colombia y Juan de Acosta dejaron a las autoridades y a la comunidad costera en shock.
La tragedia en Puerto Colombia: jóvenes ignoraron las señales de advertencia
Un grupo de nueve jóvenes ingresó al mar en las playas Modelo de Puerto Colombia a las 2:00 de la tarde del 24 de noviembre. A pesar de las advertencias, los jóvenes decidieron entrar al agua, sin prever los peligros de la zona. Las corrientes marinas arrastraron rápidamente al grupo hacia aguas profundas.
Dos jóvenes lograron salir del agua por sus propios medios, pero la descoordinación y la falta de precaución provocaron que dos más quedaran atrapados. La corriente se los llevó. El cuerpo de uno de los jóvenes, de 14 años, apareció horas después, mientras que el otro, de 18 años, lo encontraron al día siguiente. La tragedia podría haberse evitado si los bañistas hubieran respetado las advertencias.
El secretario de Gobierno de Puerto Colombia, Saúl Leiva, explicó que la emergencia ocurrió en el sector de Sabanilla, una zona donde el agua no supera el metro de altura. Leiva subrayó que la falta de cumplimiento de las medidas de seguridad sigue siendo la principal causa de estos incidentes: «Los bañistas deben actuar con más responsabilidad. No se puede ingresar al agua en estado de alicoramiento ni ignorar las recomendaciones», afirmó.
Juan de Acosta: un descuido fatal
El 25 de noviembre, otro suceso trágico ocurrió en la playa de Caño Dulce, en Juan de Acosta. Una niña de 4 años murió por inmersión después de que una ola la arrastró mientras jugaba cerca de la orilla. La madre de la niña y los testigos en el lugar no reaccionaron a tiempo.
Los salvavidas del balneario actuaron rápidamente para rescatarla y trasladarla a un centro asistencial. Sin embargo, los médicos confirmaron que la niña ya había fallecido al momento de recibirla. La tragedia dejó a la familia destrozada.
Estos incidentes reflejan la desobediencia y la falta de conciencia sobre los peligros que acechan a quienes no respetan las medidas de seguridad. La imprudencia de los bañistas continúan siendo las causas de tragedias evitables.